Luz verde por una sociedad abierta (parte 2)
Las semanas que había pasado en cautiverio y especialmente las fotos de las personas discapacitadas asesinadas no lo dejaron, cambiaron su vida.
“Ahora no solo quería ser maestro. Quería trabajar con personas discapacitadas. Así que cambié a educación especializada y me convertí en maestro para niños ciegos, con discapacidad auditiva y con discapacidad física. Fue muy divertido. Aprendí los conceptos básicos del lenguaje de señas y el alfabeto Braille. …. A menudo me encontré con la renuencia de los padres a involucrarse con su hijo con todas sus particularidades. Muchos tenían miedo de hacer algo mal. Algunos tenían miedo de ser excluidos de la sociedad. Traté darles valentía. Pero en realidad, no tenía idea de lo que pasaban estas personas. Hasta… sí, hasta que me vi afectado mí mismo”.
Un día de visita en su escuela, conoció a su futura esposa. Ella era la hermana de un colega y Samuel estaba fascinado por ella desde el principio. Se conocieron en la iglesia, luego en un pequeño café. Conoció a sus padres y luego, un año después, decidió casarse con ella.
“… tuvimos nuestro primer niño, un hijo”.
Rafael era un niño sano y animado. Pero cuando tenía dos meses, desarrolló una malaria cerebral. Recibió atención médica en el hospital y la fiebre bajó, pero algo había cambiado. Ya no respondía a su entorno. Samuel supo de inmediato que había algo mal con su audición. Pero los médicos inicialmente pensaron que aún podría ser demasiado débil para reaccionar. Samuel no creyó a los médicos, porque Rafael aún no había respondido a las voces de sus padres.
“Recuerdo cómo aplaudí suavemente con sus manos frente a su cama, luego más fuerte, pero no hubo reacción. Finalmente, rompí un vaso frente a su cama, pero él permaneció en silencio. Entré en pánico, viajo de un medico al siguiente, pero las pruebas mostraron claramente que estaba completamente sordo. Me dijeron que algunos medicamentos para la malaria podrían causar daños auditivos irreversibles. El shock fue profundo. Pero también pensé que podría haber sido peor.
Después de todo, era un maestro de necesidades especiales y conocía el terreno. Lo de que no tenía idea en ese momento era qué demonios me iba a pasar”.
La noticia de que el hijo de un educador especial tenía problemas de audición se extendió rápidamente. Al principio, la gente reaccionó como era de esperar. ¿Cómo puede ser eso? ¿En el hospital? ¿La medicina era la causa? Entonces el estado de ánimo cambió, lentamente, pero notablemente.
“… descubrí por casualidad cómo se propagaban los rumores. Mi familia estaba maldecida y hubo uno u otro que le aconsejó a mi esposa que dejara caer al niño mientras cruzaba el río. Ella se inquieto visiblemente por este “consejo” y yo me enfadé. ¡Era nuestro hijo! ¡Sordo o no, tenía derecho a estar en este mundo y ser amado por nosotros! ”
… Finalmente su esposa lo dejó, ya no pudo resistir la presión y los susurros. Ahora Samuel estaba solo con Rafael. Se vio obligado a abandonar su trabajo docente porque tenía que cuidar de su hijo las 24 horas.
…
Como no quería esconder a su hijo de la sociedad, lo llevó por las calles y cruzando la plaza del mercado durante el día. Era una vista rara porque un hombre que camina con un bebé en brazos es considerado un debilucho. Casi nadie le habló directamente. Todos hacían un amplio círculo a su alrededor, como si tuviera una enfermedad infecciosa o estuviera maldito.
“En ese momento aún era muy religioso. Estaba buscando consuelo en la iglesia. Pero incluso entonces fui tratado con sospecha. Eso me enfureció. Y decidí predicar mí mismo, por tolerancia y contra la superstición. Por una sociedad abierta y contra ese aislamiento de padres con niños discapacitados. Sí, fui de iglesia en iglesia y di discursos de enfado. Y lentamente me di cuenta de cómo uno u otro comenzaron a pensar”.
Después de uno de estos discursos, su cuñado se le acercó. La historia de Samuel lo conmovió visiblemente y le prometió hablar con su hermana. Regresó con Samuel unos días después.
(Del libro: “El taller de sueños de Kerala: cambiar el mundo puede aprenderse” – traducción española en curso).
Hoy, solo seis años después, Samuel dirige una escuela alternativa con más de 180 niños. Él lo llama “escuela muy especial”. Es una escuela para todos, discapacitados y no discapacitados, en la que cada niño es potenciado y desafiado de una manera muy especial. También trabaja con los padres para un cambio de actitud a largo plazo. Los padres de niños discapacitados deben convertirse en opositores de ideas supersticiosas.
Actualmente, la escuela está cerrada, pero Samuel y su equipo viajan por las zonas más remotas del norte de Uganda, no solo para proporcionar jabón a las personas, sino también para educarlas.
“El mayor enemigo de una sociedad humana abierta es la superstición. Tenemos que asegurarnos de que el Covid-19 no sea visto como magia negra, ni como un mito de los blancos”.